Alcohol

alcoholismo

Abuso y dependencia

 

“Bebo como todo el mundo, ¿por qué me dicen que bebo mucho?, sé que a veces me paso de punto, sé que a veces me planteo beber menos y luego siempre vuelvo a lo mismo, quizá he discutido por este motivo, me molesta que me lo digan, pero quizá me irrito en exceso con quien más debería fiarme. Sé en el fondo que no me gusta cómo me estoy comportando, me gustaría resolverlo.”

“He bebido en exceso y lo he dejado, he vuelto a beber y he recaído en lo que no quiero hacer…pero cuando lo retomo empiezo pensando que esta vez no va a ser igual, que lo controlo, pero luego en algún momento en alguna situación…comienzo a beber, se me calienta el paladar y no puedo parar, y ahí si que empiezan verdaderamente mis problemas.”

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Abuso y Adicción de Sustancias.

El consumo de sustancias de abuso se constituye en un problema en la medida en que va pasando de un uso recreativo a interferir en la vida de las personas.

El refuerzo que producen por sus efectos placenteros, invitan a la repetición de su uso, y el fenómeno de la tolerancia hace que para mantener esos mismos efectos haya de utilizarse cada vez más cantidad. Finalmente se genera un circuito de uso más intenso y extenso que va inundando la vida de la persona.

Cuáles son las señales de que el uso de una sustancia esté dentro del abuso o adicción:

  • La sustancia se toma en mayor cantidad y/o frecuencia cada vez mayor.
  • Existe un deseo persistente de su uso o un esfuerzo infructuoso de controlarlo.
  • Se emplea más tiempo en el uso de la sustancia, su consecución o en actividades relacionadas con la misma e interfiere, por su uso o sus consecuencias, en las actividades sociales, laborales o recreativas de la persona.
  • Se continúa usando a pesar de saber que su uso ocasiona estos y otros problemas.

En la adicción se acompaña además el síndrome de abstinencia, es decir, el cese del uso de la sustancia genera un malestar o un deterioro de la actividad laboral o social, y se vuelve a tomar la sustancia para aliviarlo, y poder funcionar en esas áreas.

Ese síndrome de abstinencia es un fenómeno físico-químico, que es característico para cada sustancia. Pero que no se presente o no se presente con claridad, no quiere decir que no exista una dependencia psicológica o emocional: la persona se muestra nervioso, irritable o hace grandes esfuerzos por conseguir la sustancia si no puede usarla u obtenerla en el momento o situación en el que espera consumirla.

En muchas ocasiones, el afectado no es consciente claramente del problema o lo es en parte y a veces se pone excusas acerca de su uso, y es su entorno familiar o social quien va detectándolo y el que le alerta y en ocasiones puede generar confrontaciones o discusiones.

Esto suele ser así más para una sustancia legal y de uso social normalizado como es el alcohol. Efectivamente lo “utiliza todo el mundo” y “en muchas situaciones sociales”, pero el fetor alcohólico, la perturbación del comportamiento o la imposibilidad de dejar de beber o la irritabilidad que produce el no hacerlo, pueden dar pistas acerca del problema que puede estar en ciernes.

Uso de Alcohol y Cocaina.

Existe un uso relacionado y problemático de ambas sustancias que en muchos casos guarda una relación funcional asociado que lleva a graves problemas de uso compulsivo.

De tal manera hay personas que prácticamente solo usan la cocaína acompañada de alcohol y tras un uso inicial de éste. Pero una vez iniciado desarrollan un comportamiento de consumo intensivo de una y otra sustancia, mostrando gran desinhibición, expansión del ánimo y consumo incontinente, a veces prolongándose horas e incluso días.

Es posible que su consumo no se dé constantemente, que se dé solo en fines de semana, o incluso que pasen semanas sin utilizarlo, pero este consumo vuelve a repetirse, mostrándose incontinente a pesar de los problemas que le puedan generar y del que se llegar a ser consciente.

Tratamiento de los Problemas derivados del uso Problemático de Sustancias.

Requiere un tratamiento especializado por profesionales expertos en adicciones. Es preciso determinar hasta donde alcanza el problema, el abuso o la dependencia. Y valorar si se puede requerir o no apoyo farmacológico con tratamiento médico o psiquiátrico.

El parar el consumo es el segundo objetivo, el primero es la identificación de la propia percepción del problema de la persona, escuchar, valorar y compartir la información que el profesional haya de aportar. Será a partir de los objetivos consensuados entre el psicólogo y el afectado cuando se determine cómo acceder a ese objetivo de parar el consumo que está generando el malestar a la persona y quizá a su entorno.

En esta etapa de parada del consumo e inicio de cambios en su comportamiento y quizá en su ambiente, se requiere de una guía clara y un apoyo constante por parte del psicólogo.

El conseguir contener el consumo problemático se constituye ahora un objetivo claro y prioritario, pero no será el único: hay que entender cómo se ha ido originando ese consumo problemático y especialmente cómo se mantiene, cuales son las circunstancias vitales y personales que provocan y facilitan que se perpetúe la situación a pesar del malestar que genera.

Por tanto, a la par que se utilizan técnicas y guías para lograr esa contención del consumo, se irán diseñando cambios en el estilo de vida, que recuperen valores, nuevos objetivos y relaciones personales facilitadores de ese nuevo estado de abstinencia y normalización personal.

Hay que entender que problemas emocionales, laborales, de objetivos vitales o quizá de orientación del ocio y las relaciones sociales pueden estar manteniendo ese consumo. Desmontar ese entramado requiere entendimiento del mismo, utilización de técnicas psicológicas oportunas y trabajo colaborativo del afectado con el psicólogo, para marcar objetivos graduales.

La gran ventaja es que el cambio puede generar en poco tiempo un círculo virtuoso: el reducir el consumo puede facilitar una mejora emocional y una sensación de logro, la cual hace posible contemplar con más claridad los problemas, enfocar soluciones y llevarlas a cabo, y cuando se van dando soluciones y cambios en el comportamiento, se va facilitando a su vez el mantenimiento de la abstinencia.

El progreso no siempre es constante, pero conocerlo y trabajar en Prevención de Recaídas, dará el soporte preciso para proveer la mejoría en la calidad de vida, en las relaciones personales y especialmente en un mantenimiento sostenible del nuevo estilo de vida.

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